Desde sus comienzos la Iglesia, que es en Cristo como un sacramento, vive su misión en continuidad visible y actual con la Pedagogía del Padre y del Hijo. Ella siendo nuestra Madre, es también educadora de nuestra fe.
Estas son las razones profundas por la que la comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo lo que es anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio vital indispensable y primario de la catequesis.
La Iglesia ha generado a lo largo de los siglos un incomparable patrimonio de Pedagogía de la fe: sobre todo el testimonio de las catequistas y de los catequistas santos; una variedad de vías y formas originales de comunicación religiosa como el catecumenado, los catecismos, los itinerarios de vida cristiana; un valioso tesoro de enseñanzas catequéticas, de expresiones culturales de la fe, de instituciones y servicios de la catequesis. Todos estos aspectos constituyen la historia de la catequesis y entran con derecho propio en la memoria de la comunidad y del quehacer del catequista.
Una eclesiología de la comunión y de la comunicación:
Solo podemos realizar una Nueva Evangelización de América Latina con una Eclesiología de comunión. Porque la evangelización y la catequesis necesitan de la colaboración de todos. La Eclesiología del anuncio nos recuerda que la acción evangelizadora es comunicar el Evangelio.
Eclesiología de la Misión:
Pero también debemos partir d e una Eclesiología de la misión, pues la labor pide la trasmisión del mensaje evangélico más allá de la frontera de nuestra comunidad eclesial (La catequesis busca llegar a todos los hombre del continente RM, 23) Santo Domingo.
Eclesiología de la corresponsabilidad:
La misión de la Iglesia es una tarea de todos sus miembros. Esta responsabilidad corresponde en formas y grados diferentes. Pero todo tiene que aportar su grano de mostaza. Sólo así habrá arbustos para que puedan anidar las aves de los distintos rincones del mundo.